Pandemia: dragón aplastante u oportunidad

¿Qué ha transformado la pandemia por COVID-19 en ti y para ti? Aunque cada quien la ha vivido, asimilado o aprovechado de manera diferente, ninguno puede decir que saldrá inmune a sus efectos. Será un dragón aplastante o una oportunidad para renovarse.

 

Situaciones tan complejas como la que estamos viviendo tienen el potencial para provocar transformaciones profundas; a veces, aunque no se quieran. Desear que las cosas vuelvan a su forma original, que todo retome su curso anterior, puede ser un desperdicio de tiempo y esfuerzo. Como cualquier otra crisis, esto puede representar una oportunidad o el factor decisivo para depurar lo que no funciona o no está vigente. Tú, yo y la Industria de Reuniones no escapamos a la regla.

 

Contrario a lo que todos esperamos, deseamos y estimamos, esta pandemia no fue cuestión de algunas semanas o pocos meses. Se ha extendido más allá de toda previsión, sumiendo a muchos en la incertidumbre, la frustración, la incapacidad de continuar. Muchos elementos no están en nuestro control, y quizás algunos tuvieron bajo su control situaciones que dejaron pasar, hasta que brotaron junto con el virus.

 

Se dice que la Industria de Reuniones y el turismo son resilientes, y es cierto. Son sectores que siempre se ven impactados por prácticamente cualquier crisis, cualquiera que sea su origen. Suelen ser de los primeros afectados y de los últimos en recuperarse, pues no todos les consideran actividades esenciales. Así, es común ver cómo se reinventan.

 

Ante la pandemia, se aceleró la evolución de herramientas que ya existían, pero todavía no se aprovechaban tanto. La tecnología digital no hará sino reafirmarse como un ingrediente indispensable en los eventos. La forma de reunirse, sesionar e interactuar tendrá que actualizarse a la par, pues no solo es difícil mantener la atención de la audiencia detrás de una pantalla, también, de los que están sentados frente a un escenario.

 

Los avances que se venían haciendo en materia de sostenibilidad se han frenado y en cierto modo han retrocedido. No obstante, los objetivos siguen siendo los mismos; las soluciones tienen que ajustarse.

 

Más de uno puede haber demorado para ponerse al día, esperando que en tres meses los eventos presenciales se retomaran, al igual que otra gran cantidad de actividades cotidianas. No ha sido así… ni será en quién sabe cuánto tiempo.

 

La presencia del virus también nos ha hecho conscientes de cosas que no estábamos haciendo de la manera más adecuada. Si bien, personalmente soy un poco obsesiva con la higiene de mis manos y detesto ver el poco cuidado que otros tienen al respecto, vivimos escasez de jabón y productos de limpieza en los primeros días de la pandemia, como si desinfectar fuera algo del otro mundo.

 

Hemos visto ejercicios que analizan la contaminación cruzada en los buffets, por ejemplo, o la poca higiene de los aires acondicionados, lo sucios que pueden estar objetos de uso continuo… pero esto no es nuevo, no es que el virus vino a desarreglarlo todo. Lo sorprendente, es que no hayamos sido conscientes de ello y exigir a los lugares o proveedores que pusieran mayor cuidado, así como ser participantes más responsables en los eventos.

 

Asimismo, hemos visto lo que sucede con sitios naturales que parecen revivir ante la ausencia de humanos. Pero tampoco es nuevo. ¿Qué ha sucedido con lugares como Playa Escondida en Nayarit? Tuvieron que regular la cantidad de visitantes para que no se acabaran el lugar. Y como esto, seguramente hay muchos ejemplos.

En el ajetreo cotidiano, bien podemos dar por sentado que lo sabemos todo, lo podemos todo, lo hemos visto todo, lo dominamos todo. Basta con que un virus nos sacuda para darnos cuenta de que no estábamos tan bien parados, de que siempre hay algo que podemos hacer mejor, o de que tal vez hemos agotado algo (trabajo, producto, servicio, práctica, hábito, relación…) y nos resulta indispensable renovarlo.

 

Entonces, la pandemia puede ser un dragón aplastante que nos intimide y paralice, nos quiebre o nos deje fuera de la jugada. O bien, puede ser una oportunidad para replantearnos la existencia, nuestro ser y hacer.

 

Quizá, todos hemos visto a nuestros conocidos hacer cosas nuevas, aprovechar talentos que no sabíamos, vender cualquier cosa, lo que sea por mantenerse y a su familia a flote. Pero tal vez de allí surjan grandes negocios o ideas; nunca sabes de qué pasatiempo o experiencia te vendrá un cambio de vida.

 

Para la Industria de Reuniones es lo mismo. Desde arreglárselas para superar la crisis con o sin apoyo de los gobiernos, hasta unirse de uno a otro lado del planeta para compartir experiencias y hacer un frente común, hemos visto diferentes manifestaciones solidarias en el medio. (¿Viste la campaña internacional #RedAlert #WeMakeEvents surgida en Europa?). El punto será lograr que esta transformación no sea pasajera, darnos cuenta de los valores que probablemente habíamos dejado de lado.

 

Poner al cliente al centro, y con él, a los participantes de los eventos, probablemente se ha puesto de manifiesto con mayor fuerza, pero… ¿no se suponía que fuera así? Tenemos que cuidarlos, ser responsables de nuestras sugerencias y adquirir compromisos conscientes. Tenemos a la mano nuevas herramientas: ¡aprovechémoslas!

 

Los nuevos protocolos, como el Manual de eventos en la nueva normalidad, publicado por el COMIR; los nuevos términos de negociación y flexibilidad que vendrán implícitos en los contratos con hoteles y demás prestadores de servicios; las normas y políticas que vayan surgiendo, moldearán nuestra forma de crear eventos, pero también el modo en que trabajamos dentro de nuestras empresas y con otras.

 

A nivel enteramente personal, este bicho sacudidor también puede abrirnos los ojos y la mente a otra conciencia. ¿Hacemos las cosas de la mejor manera posible? ¿Estamos preparándonos constantemente? ¿Estamos haciendo lo que realmente deseamos? ¿Tendremos un plan la próxima vez que un dragón nos enfrente? ¿Cuidamos nuestro entorno laboral? ¿Hacemos algo por el ambiente y el mundo en general? ¿Estamos protegiendo nuestras relaciones personales?

 

Si aún no te has planteado estas preguntas o el síndrome del encierro ha afectado tu estado emocional al grado de solo dejarte llevar por la corriente, toma un momento para hacer una introspección. No permitas que el dragón te aplaste: úsalo de trampolín.

 

¡Abrazo afectuoso! 😉

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