Entre las amenazas dentro y alrededor de un evento, también hay dragones que rondan tu mente. Si famosas atletas de altísimo rendimiento dan un paso al lado, ¿qué se puede esperar de un simple mortal? ¿Está la Industria de Reuniones preparada para el quebranto psicológico?
La salud mental no es propiamente un tema nuevo, pero la evidencia que atletas de altísimo rendimiento, como Simone Biles y Naomi Osaka han puesto sobre la mesa recientemente, quizás te hagan cuestionarte sobre los dragones que rondan tu mente y pienses que, si eso les sucede a ellas, qué se puede esperar de un simple mortal como tú o yo.
Hay grandes discusiones en torno a la preparación y la resistencia psicológica que la gente tiene. Es posible, incluso, que a los más jóvenes se les clasifique como más frágiles que a los adultos, quienes han debido resistir tremendos embates en sus vidas personales y laborales, enfrentándose a distintos retos evolutivos, a amenazantes dragones. Mucho se puede decir al respecto y mucho desconocemos y dejamos de reconocer.
De inicio, podría pensar que la salud mental no ha formado parte de las conversaciones cotidianas porque ni siquiera es bien visto. No andas por la vida contándole a la gente si la ansiedad, el estrés, las preocupaciones o inseguridades están haciendo mella en tu vida. Si no puedes dormir bien, si duermes y no descansas, si no logras hallar soluciones a problemas que aparentar ser sencillos, si estás irritable y te cuesta tolerar a los demás… no es tu primera publicación en redes sociales.
Me atrevo a decir (con riesgo a las críticas) que, en las últimas décadas, muchos padres han intentado proteger y proveer de tanto a sus hijos sobre compensando sus propias carencias, que los han hecho menos resistentes a cosas que para ellos no significaban un golpe tan grande. Sin embargo, lo que ellos hayan podido sufrir no estaba necesariamente bien. Así que múltiples fragilidades, sentimientos o pensamientos no eran expuestos ni tampoco atendidos. ¿Podría ser que ahora se sobre expongan? No lo sé, pero al menos, creo que vale la pena traerlos a la conversación.
En nuestra Industria de Reuniones, ya lo he mencionado, el estrés es parte de todos los días (o lo era cuando estábamos llenos de eventos… tal vez ahora nos estresa que no haya tantos). Por lo tanto, necesitamos trabajar para blindarnos un poco y lograr sacar a flote las diversas y frecuentemente simultáneas tareas que se nos asignan. Dependemos de tanta gente y su respuesta o cumplimiento, que no logramos tener el control de todo, y eso nos agrega una dosis de ansiedad.
Todo el tiempo estamos contra reloj, bajo presión presupuestal, con el deber de cumplir con altas o altísimas expectativas. Sí, necesitamos cuidar nuestra mente tanto como nuestro cuerpo. El punto es que, a diferencia de las atletas de altísimo rendimiento, no es común que dispongamos de todo un equipo de preparadores físicos y psicólogos que nos entrenen para el día a día.
Si a esto le sumamos que no se trata solo de la demanda del cliente, sino de nuestro empleador o jefe, quien tal vez con desconocimiento, tiene reglas demasiado rígidas, el nivel de estrés sube más. Y si, luego, agregamos la incertidumbre pandémica, dos rayitas más. Si nuestra casa, nuestra oficina y la escuela de nuestros hijos comparten los mismos 4 m2, pues otras 5 rayitas.
Honestamente, es muy difícil que, en medio de la creación de un evento, de nuestra jornada laboral o de la operación, de pronto digamos “¿sabes qué?… Necesito un espacio porque hoy no me siento con ánimo de trabajar”. O “este día no tengo ganas de hacer el registro; mejor que lo haga otro”. O “me duele un poquito la cabeza y mejor me dormiré un par de horas”. O “como que ya no quiero terminar la presentación de la licitación de mañana”.
Pero es importante que podamos ir transformando algunas cuestiones tanto en nuestro interior como en nuestro entorno, desde nuestra posición. Por ejemplo:
- Está bien no estar bien. No se trata de pregonarlo, pero si sabes que no estás bien, revisa qué no lo está y qué puedes hacer al respecto. No esperes hasta el colapso.
- Está bien pedir ayuda. Sea que necesites apoyo con un proyecto, que no comprendiste una instrucción, que te rebasan tus tareas y alguien más podría ayudarte con algo específico, que necesitas un tiempo prudente o un lugar donde trabajar en casa para concluir un reporte.
- Está bien ayudar. Sí, es recíproco y somos un equipo.
- Está bien comprender las circunstancias. Tal vez hoy tú tengas un problema, pero tal vez mañana el otro lo tenga. O bien, puede ser que cada quien tenga sus problemas, pero en conjunto deben cumplir con un proyecto del que muchos más dependen. Se puede requerir un esfuerzo extra por un bien mayor.
- Está bien respirar. Difícilmente podemos tomarnos toda la tarde, pero tal vez no es grave que puedas salir a tomar un poco de aire o comprarte un café (o mejor, un té de tila) antes de explotar. ¿Es posible que tengamos esa flexibilidad por el bien del equipo? ¿O quizá necesitas unos meses de respiro?
- Está bien atenderse con un profesional. Si vas al dentista cuando te duele una muela, o con el dermatólogo cuando tienes acné, ¿por qué no ir al psicólogo cuando tu estado mental no es el óptimo? No significa que padezcas de locura y te internarán; no todos necesitamos de lo mismo, reaccionamos igual, nos sobreponemos con la misma facilidad.
- Está bien tener límites. Esfuérzate, rétate, sí. Pero conoce, establece y respeta límites. Por más que quieras, no lo puedes todo siempre y al mismo tiempo. Establece prioridades.
- Está bien tener apapachos. ¿Qué te hace bien a ti? Ejercicio, meditación, música, tu mascota, una bebida o comida de recompensa, una reunión… Identifica qué te ayuda a salir del bucle.
- Está bien no usarlo solo de pretexto. Si cuando te duele la cabeza te tomas una aspirina y sigues, no abuses de la consideración de los demás para tomarte un tiempo solo porque tienes flojera. Eso no contribuirá de forma positiva al problema.
- Está bien cambiar de sueño. En ocasiones, la ansiedad se produce por estar en el sitio incorrecto y no querer reconocerlo. Nuestros sueños, proyectos y realidades cambian con el tiempo; es natural. Si genuinamente deseas eso que estás haciendo, ve qué ajustes necesitas hacer. Si ya no lo quieres, reconoce qué sí y qué puedes hacer al respecto.
En términos generales, nos falta muchísimo por aprender, comprender y practicar. Pero, ya que nuestra Industria de Reuniones es tan adaptable y vanguardista en tantos aspectos, vale la pena voltear a ver este complejísimo tema y procurar mejorarnos las condiciones para desarrollarnos y brillar. La empatía puede resultar una excelente herramienta.
No dejes que los dragones que rondan tu mente den al traste con tu vida. ¡Cuídate!
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