Mujeres en la Alquimia de Eventos

Las mujeres ocupan la gran mayoría de plazas en la Industria de Reuniones. Hacer Alquimia no solo significa organizar eventos efectivos, sino generar transformaciones en qué hacemos, cómo y con quién. Asimismo, cómo afectamos nuestro entorno con pequeñas acciones que puedan representar una diferencia importante a corto y largo plazos. ¿Qué relevancia tienen las mujeres en la Alquimia de Eventos? ¿Podemos transformar su realidad profesional?

 

Primero, debo aclarar que lo que busco con este artículo no es atacar a nadie, elevar a unas y degradar a otros, ni mucho menos, sino invitar a unas y otros a reflexionar junto conmigo acerca de esas realidades que a veces nos pasan desapercibidas y qué podríamos hacer para transformarla la realidad profesional para las mujeres en algo mejor para nuestra sociedad.

 

Ya venía pensando un poco sobre escribir algo con respecto al relevante papel que las mujeres jugamos en esta industria. Pero ayer escuché en la radio a periodistas charlar en una mesa acerca de las agresiones de las que son víctimas en redes sociales, por el simple hecho de dedicarse a exponer sus ideas y opiniones con respecto a diversos temas, primordialmente políticos. Entonces, vinieron a mi mente otros escenarios.

 

No me considero feminista ni defiendo otras causas con particular interés, ya que creo que una persona merece respeto por el hecho de ser una persona, más allá de su género, color, religión, preferencia, edad, apariencia y cualquier otra etiqueta que podamos atribuirle. Si acaso, un día llegamos a comprender eso como humanidad, estaremos del otro lado, pues podremos dejar de atacar, aclarar, defender, o de vigilar cada palabra. Estoy convencida de que todo inicia con la educación en casa. Mientras tanto, cabe procurar acciones en pro del equilibrio.

 

He de decir que el hecho de ponerme del otro lado de la cámara, del reflector, del escenario, y dar un paso al frente para exponer mis ideas, compartir mis conocimientos y experiencia con aquellos a quienes puedan resultar interesantes o productivos, fue dar un salto al vacío. No solo porque típicamente he estado produciendo los eventos, no conduciéndolos, sino porque el foro tan abierto en el que vivimos y convivimos todos los días es, con frecuencia, una jungla donde cualquiera se expresa, juzga, opina con o sin conocimiento del tema, con o sin cuidado de sus propias palabras, con o sin interés por los sentimientos del otro.

 

No hago referencia a la hipersensibilidad con la que muchos se conducen, sino a que cualquiera puede proferir insultos, denostar, denigrar, amenazar sin la menor consecuencia. Lo que escuché ayer era sobre mujeres destacadas a quienes amenazan cualquier día, a cualquier hora, en cualquier tuit o comentario; a quienes les pueden decir que las matarán, las violarán, las golpearán… o a sus hijas, a quienes cuestionan su salud mental, inteligencia o satisfacción sexual.

 

Es decirlo solo porque se puede, porque no se comparten las mismas ideas o creencias y la distancia digital los protege. Así, cualquiera tiene ese poder porque es común apropiárselo, porque causa gracia a algunos, porque mientras no se trate de uno o sus cercanos, está bien.

 

Pero si traslado y suavizo sus situaciones, puedo pensar en muchos otros ejemplos donde las acciones se normalizan, ignoran o minimizan.

 

Mientras en la Industria de Reuniones las mujeres ocupan el entre el 70 y 80 % de los puestos de trabajo (y 54 % en el turismo), sabemos que la mayoría de los altos mandos suelen estar en manos de los hombres aún. ¿Se debe a falta de capacidad o de oportunidad? ¿Es porque las mujeres prefieren dedicar mayor tiempo a su familia o porque no hay posibilidad algo distinto? ¿Es porque no les interesa destacar o porque no les ha interesado ofrecer algo a cambio? El otro aspecto es que perciben menos ingresos.

 

Personalmente, en buena parte por mi carácter, pero también porque nunca fui menospreciada en casa y ni debí callar mis opiniones, es que nunca me he sentido con menos oportunidades o posibilidades, que no me han negado autoridad ni me han impedido decidir sobre mis equipos de trabajo o proyectos. Pero estoy consciente de que he sido privilegiada, que he corrido con algo de suerte, aunque nada me ha sido regalado, pues he trabajado por conseguirlo y mantenerlo.

 

Sin intención de tener un equipo mayormente femenino, lo cierto es que ha resultado así (y, en la práctica, el mejor desempeño no ha sido el de los varones heterosexuales). Ello implica que, en algún momento, alguna de esas integrantes podría embarazarse, por ejemplo.

 

Recuerdo el primer caso donde una de mis chicas me pidió una reunión cuando, muy agobiada, me informó que tendría un bebé. Francamente, pensé que tenía algún problema con su novio, que no estaba segura o que no quería seguir trabajando… ¡Pero su preocupación era que no sabía si YO se lo permitiría! Por supuesto, continuó con nosotros.

 

Pero ¿tú has dejado de ser considerada para un puesto por ser mujer, porque tenías planes de embarazarte en el futuro, porque no le sonreíste lo suficiente al reclutador o al jefe? ¿Has ganado menos dinero que tus colegas masculinos? ¿Tal vez debiste renunciar porque no pudiste ajustar tu horario para cuidar a tu bebé? ¿Hay algo que por ser mujer te haga menos inteligente, que disminuya el valor de tus palabras o te haga acreedora a opiniones denigrantes?

 

O tal vez, te han contratado para un evento como edecán o modelo, debiendo vestir un atuendo con el que no sabes bien qué es lo que estás demostrando. Y sí, estoy de acuerdo en que la apariencia es elemental para ciertos trabajos, pero ¿estamos cuidando (nosotros, las agencias o el cliente) el cómo exponemos a quienes muestran un producto, realizan una activación o atienden a los invitados? ¿Tenemos reglas para protegerles?

 

En algunos eventos donde la fiesta y el alcohol se han involucrado, he llegado a ser invitada a bailar por algún participante, siendo más bien situaciones chuscas donde basta con decir “no, gracias, pero tú sigue divirtiéndote”. Pero ¿has debido contratar al menos un varón y no solo a mujeres para coordinar un evento, “por si acaso”?

 

¿Tal vez te has topado con algún cliente pasado de copas? O, ¿simplemente, te da pavor salir sola de un evento hacia tu casa porque no sabes si alguien te molestará en lo que esperas el transporte, o en el camino, o si el taxista te llevará sana y salva? Sabes que debes ser amable y sonriente, pero ¿a veces no sabes si “sonreíste demás”? ¿Te has asegurado de que alguna mujer que ha bebido de más no se vaya sola del evento?

 

Por otro lado, es importante que pensemos en cosas tan sencillas como el tipo de mobiliario que usaremos si hay un panel de expertos sobre el escenario. ¿Habrá mujeres, tal vez usarán falda? Entonces, ¿ya pensaste que esas sillas podrían ser incómodas, o que la tarima no está a la altura adecuada? ¿Has pensado en notificarles previamente que, en caso de que prefieran usar un micrófono lavalier o diadema, deberán sujetar un dispositivo a sus prendas y ocultar un cable? ¿Hay quien las auxilie con mayor comodidad?

 

Como dije al inicio: las transformaciones que como Alquimistas de Eventos podemos hacer, no se refieren exclusivamente a organizar un evento súper creativo, muy bien coordinado. Si reflexionamos un poco en estas variadas realidades cotidianas, es probable que encontremos aspectos que podríamos cambiar, mejorar, adaptar, con tal de brindar mejores condiciones.

 

Definitivamente, no creo que una mujer por ser mujer sea acreedora a algo que su capacidad, preparación, habilidades, talentos o esfuerzo no le concedan. Prepararse, cuidarse, arriesgarse, emprender, verse bien… todo implica un precio para conquistar un sueño mágico. Pero hoy más que nunca es evidente que algunos que se sientan con el derecho de quitárselos o de abusar o de denigrar, no tienen razón alguna. Y ojo: esto no proviene exclusivamente desde el sexo opuesto.

 

Ser una mayoría femenina en nuestra industria debería aportar cambios positivos. ¿Qué estás haciendo tú en tu propio nicho, desde tu propio escritorio, en tu propio entorno?

 

¿Cómo te relacionas con tus colegas, qué piensas de ellas? ¿Trabajas en equipo sin importar quién o cómo es o solo te preocupas por tu bienestar? ¿Das oportunidades de crecimiento a cualquiera que sea capaz o tienes un sesgo? ¿Te interesas por lo que pasa en las sedes de tus eventos? ¿Das sugerencias de seguridad a las participantes? ¿Tienen la costumbre en el equipo de notificarse cuando hayan llegado a casa al salir de un evento?

 

#HazAlquimia y mejora la realidad cotidiana para ti y para el resto. No importa tu género, no importa tu puesto. Esto es una tarea delicada que requiere de todos. Podemos transformar la realidad profesional para las mujeres, no solo por las mujeres, sino por la industria y la sociedad en general.

 

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